Simbolismo de Nuestra Bandera Cascadesa

Simbolismo de Nuestra Bandera Cascadesa

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Escrito por Alexander Baretich

Traducción de Ildefonso de Haro y Tamariz

Diseñé la bandera cascadesa, en inglés “The Doug”, allá por los noventa cuando terminaba los estudios en Europa Oriental. Aunque me enamoré de la gente, cultura y paisaje de esa Europa del Este, me sentía profundamente melancólico, especialmente por los bosques de Cascadia, los árboles que crecen en el valle de Guillameta donde crecí. Un día, al sentarme en una loma con un compañero, tuve una epifanía: la bandera que representaba el paisaje cascadés. Anteriormente al diseño y su creciente popularidad, la idea de Cascadia –especialmente el biorregionalismo- era más bien un concepto abstracto que se reservaban los cartógrafos especializados y los sociólogos progresistas. La bandera lleva más allá de lo tangible, hacia una perspectiva de la demarcación de nuestro espacio; la Bandera captura el amor de las comunidades de Nuestra biorregión. Distinta a todas las demás, ésta no es una bandera forjada en sangre o en la gloria de una nación, sino en el amor por una Región, nuestra Familia ecológica y sus límites naturales; el lugar donde se vive y se ama. El azul representa el siempre húmedo cielo, el Pacífico ondulante, el mar Sálisce, los lagos, los ríos y toda el agua sin derrotero. Nuestro hogar es una continuidad de aguas cascantes desde el cielo hacia las montañas y profundizando en el mar. Cascadia, tierra del agua que cae desde el Océano Pacífico a la faz poniente de las Rocallosas, donde el ciclo hídrico, sea vapor, sea lluvia, sea hielo o nieve, corre en arroyuelos y ríos después para dar vida al color siguiente. El verde, de bosque y campo que alimentan la vida con el agua santa de la Región. El Abeto Oregonés simboliza la fortaleza, el aguante, la persistencia al fuego, al azogue, a la catástrofe, incluso al hombre necio. Éste simbolismo de colores e imágenes se funden en el ser cascadés, en su significado como hombre.
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Cascadia puede definirse por su gran ciclo hidrológico en lo que se llama comúnmente el Noroeste del Pacífico. Como demarcación natural de la biorregión cascadesa, el ciclo comienza con la evaporación del océano. El agua venida del Pacífico en forma de neblina, vapor, nubosidad y humedad en general, se condensa en lluvia, granizo o nieve, llegando hasta las cumbres más alejadas de las Rocallosas. Y por ultimo éstas escapan por la pendiente natural de nuevo al océano. El Océano Pacífico es la cuna del ciclo de la vida. Las Sierras Cascantes, Olímpicas, la Sierra Costera o los Montes Caribú son el catalizador de éste proceso de eterna mutación. Las Rocallosas son la muralla y compuertas que mantienen éste imperio del agua cascante. Éste agua vital gradualmente regresa de donde salió mutando de ser glaciar a simples y hermosos arroyos, corrientes y ríos, todos, fuentes de la vida como son las venas y las arterias. Finalmente éste ciclo no es otra cosa que el ciclo de la vida misma. La esencia de ser cascadés es saberse ser Cascadia. Ser Cascadia es la conciencia total de éste flujo vital, de trascendencia acuática, de ciclos. Y ser Cascadia es respeto al ciclo y a la vida.
Y por lo tanto, ¿qué es el biorregionalismo? Es la conciencia de comunidad con el agua de la región propia, la sangre de la tierra. Incluso el más seco de los desiertos tiene es biorregional, pues el ciclo está presente, no importa qué tan diminuto o imperceptible sea. Así que cada biorregión es un sistema de vida de comunidades interconectadas y movimiento de energía. La filosofía del Tao atribuye el flujo de energía en el cuerpo y los sistemas, es decir, el quí, traducido a menudo como fuerza vital o nombrado como chí, ya muchos lo hemos oído nombrar. El agua que es vida en su ciclo es como el quí dentro de la biomasa de la Tierra. Es un constante flujo de energía y, como seres vivos que dependemos de estos ciclos, es crucial que sostengamos, mantengamos y preservemos estos ciclos de manera sana. Así lo hizo Atlas en la Grecia Clásica también. Como biorregionalistas despertamos al conocimiento de la importancia de estos ciclos y regiones de la Tierra, los convertimos en parte de quién y qué somos. La biorregión impregna el alma misma del habitante despierto. Por lo tanto, un biorregionalista es el que aboga por el despertar de la conciencia y la protección del ciclo de vida del agua.
Un biorregionalista cascadés es el que despierta y hace despertar los sistemas vivos que nos rodean en Cascadia y ve que lo que está siendo causado en la biorregión (envenenamiento por mercurio, la radiación sea de Hanford o Fucuschima, la deforestación, los pesticidas, los cultivos transgénicos, la plaga suburbana, la destrucción de los mercados por el esquema Walmart y tantos otros factores que reducen nuestra existencia como biorregión) se inflige inherentemente en sí mismo, lo que pasa alrededor es lo que pasa dentro de nosotros. Esto significa que la explotación de la biorregión es la explotación de sí mismo del hombre por el hombre. Esto significa que el activismo no es sólo algo que se hace para salvar a un panda en el otro lado del planeta, el activismo biorregional es una forma personal de preservación. Biorregionalismo es también el sostén de lo local. Lo ideal es que el empoderamiento sea horizontal e inclusivo para todas las comunidades (humanidad y naturaleza). Nosotros como biorregionalistas no vivimos en ámbitos aislados, sino en comunidades interconectadas y entrelazadas donde lo local es el punto focal.
La bandera es una declaración imponente «¡Esta es Cascadia y somos Casacadia!»

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